lunes, 12 de mayo de 2014

La invención de Morel, comentario

Novela de ciencia ficción de Adolfo Bioy Casares, escrita a mediados del siglo pasado. La trama viene a cuento con respecto a los nuevos medios, por el elemento que le da título, que es la invención del personaje científico de nombre Morel. La inmortalidad, a manera de proyección cíclica en 3D, es producto de una especie de juego psicológico y un poco fatalista con respecto a la concepción de la fotografía que probablemente sobrevivía aún en algunos sectores de la población mundial en el tiempo que la novela fue escrita. 
Recordando a varios individuos que no permitían que se les fotografíase debido a la potencial pérdida de su alma (que debía ser un miedo fundado en la falta del conocimiento del funcionamiento del aparato), llama la atención que Bioy Casares optara por resolver su historia de manera que la inmortalidad de la imagen fuera a costa de mortalidad del cuerpo en sí y del alma. Se paga un precio por la innovación tecnológica; un precio que, por lo visto, aún con el pleno conocimiento de las consecuencias vale para algunos la pena pagar. 
El personaje principal construye en la realidad de la isla un escenario ficticio, ensayado, para congelar a posteriori unas relaciones que en concreto no ocurrieron. Por lo demás es interesante pensar que era esa la única manera que tenía para realizar la relación que él deseaba con el personaje de nombre Faustine. Se pone así en una perspectiva un poco extraña la "realidad". Se plasma una metalepsis de realidades en la narrativa y por lo tanto en nuestra realidad. Los nuevos medios, como posible construcción de realidades alternas más allá de nuestra realidad tangible y no intervenida, es a su vez una ruptura de nuestra lógica estructural. Hasta cierto punto el papel que juegan es bastante similar en cuanto a la trascendencia que tienen las invenciones e intervenciones en nuestra estructura de pensamiento.

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